Hermanos y amigos los saludos e el amor de nuestro Señor Jesucristo.
Quiero contarles un pequeño testimonio de lo que hizo Jesucristo en mi vida. Mi nombre es Martha Mejía Salguero tengo 52 años, casada, tengo 3 Hijos, Sandro Giuliana y Miguel.
Mw divorcie del padre de mis hijos cuando estaban muy pequeños, tengo un segundo compromiso casada hasta el dia de hoy.
Mis dos hijos mayores se casaron, el tercero soltero sufria mucho porque no encontraba esa paz y felicidad que uno siempre busca, mi esposo llegaba siempre mareado por el licor y por ende pleitos riñas y peleas en casa.
Un dia me invitaron a una Iglesia Cristiana, por medio de mis hermanas, asistia pero no conocia todavia el amor de Dios, no sabia que el Señor me llevo porque tenia u proposito en mi vida.
Mi hija Giuliana tuvo un parto por cesarea my riesgoso el bebe nacio con un mal congenito llamado el "pirolo" lo operaron a los 15 dias de nacido, fue creciendo hasta que a la edad de 11 años volvio a tener los sintomas de este mal, vomitos, estreñimiento, ya nada le concentia en el estomago siempre paraba en el hospital, hasta que los doctores dijeron que tenia que volver a operarlo porque tenia los intestinos muy largos, yo vivo en la Ciudad de Chincha Alta al Sur de la Capital del Peru y tenia que viajara Lima a terminar de hacer los analisis y placa porque eso lo hacen solamente en la capital, antes de viajar yo lo lleve a a Diego (porque asi se llema mi nieto), a mi iglesia para que oracemos por el y por la situacion dificil que nos toco vivir, le pedi tanto a Dios que el me mostrara su amor y lo sanara y esa misma noche vivi el milagro de su amor, dice Diego que cuando el Pastor le puso la mano en el estomago el sintio que su vientre paracia una licuadora porque todo le daba vuelta, mientras la iglesia oraba por su sanidad, ya el Señor habia obrado en su vida. Viajamos a Lima a seguir con el tratamiento que duro una semana, mientras tanto en la iglesia seguian orando pero en agradeciemiento a Dios porque ya el estaba sano.
Cuando nos llamaron para darnos los resultados todo salio positivo ya no era necesario la endoscopia y por ende no habia nada que operar ¡Gloria a Dios¡ en ese momento Diego y yo oramos y dimos la gloria y la honra al Señor porque el es quien lo habia sanado. Ahora Diego tiene 13 años y vive una vida normal y por mi parte sigo en los caminos de nuestro Señor Jesucristo, agradeciendole por todas las maravillas que el hizo y ademas pidiendole que un dia toda mi familia llegue a los pies de Jesuscristo especielmente mi esposo y mis hijos, sigo orando por ellos.
Bueno es asi que conoci el amor de Dios para mi, me despido en el amor del Señor Jesucristo y que este testimonio sirva para que muchas personas conosca el verdaero amor que viene de lo alto.
Su hermana en Cristo
Martha.
Nuestros Líderes
domingo, 5 de diciembre de 2010
jueves, 25 de noviembre de 2010
¿Cómo depositar mis cargas en el Señor?
¿Cómo depositar mis cargas en el Señor?
Este día recibía una carta desde Londres en donde alguien me preguntaba: ¿Cómo depositar mis cargas en el Señor?, y es que ocurre de que muchas veces utilizamos términos cristianos espirituales y nos olvidamos de explicar o describir de lo que se trata.
¿Alguna vez te han dicho: “Deposita tus cargas en el Señor”?, seguramente sí. Me llamaba la atención la explicación que esta persona me escribía, ella me decía: “Todo mundo habla de depositar nuestras cargas en el Señor, pero nadie te dice cómo hacerlo”. Cuanta verdad hay en sus palabras y es que personalmente me encanta cuando alguien desea saber aun mas sobre lo que Dios quiere para su vida. Su pregunta es una muestra real de que anhela buscar del Señor, por lo que desde un principio está demostrando su deseo de aprender a depositar sus cargas en el Señor. seguramente sí. Me llamaba la atención la explicación que esta persona me escribía, ella me decía:
Por esa razón sentí del Señor, enseñar humildemente lo que significa depositar nuestras cargas en el Señor y cómo hacerlo.Primero tenemos que entender lo que significa depositar. Por ejemplo, cuando vamos a una sucursal bancaria a depositar cierta cantidad de dinero para ahorrarlo, vamos llenamos un formulario y junto con ese formulario entregamos nuestro dinero. Una persona encargada en ventanilla, toma el dinero y lo deposita en su cuenta. Desde ese momento usted está segura que ese dinero está en su cuenta, a pesar que no lo ve, ni lo toca, pero tiene la certeza de que cuando quiera puede ir a retirarlo, pues ese dinero está a su disposición.
En el ámbito espiritual es lo mismo, usted va delante del Señor y deposita todo aquello que hasta ese momento le robaba la paz, todo aquello que no le permitía ser completamente libre. Se lo entrega al Señor teniendo la certeza de que Dios se encargara de todo.
Por ejemplo: Supongamos que estoy pasando por un momento económico muy difícil y que tengo problemas muy fuertes en mi familia y todo eso me ha llevado a desanimarme, a entristecerme y hasta cierto punto a caer en depresión. Yo le pregunto: ¿Qué gano con preocuparme al extremo por lo que estoy viviendo?, ¿Lo solucionare preocupándome al máximo por eso?, lo que normal que todos nosotros hacemos ante situaciones difíciles en nuestra vida es: PREOCUPARNOS y a veces al EXTREMO, es decir que exageramos en las preocupaciones. Y es que pareciera que con preocuparnos al extremo solucionaremos las cosas, y por supuesto que no será así. Lo que hacemos con preocuparnos al extremo es conseguir que nuestro sistema nervioso se altere y que enfermedades vengan a nuestra vida como consecuencias de esas preocupaciones.
Entonces, la pregunta sería: ¿Cómo depositar mis cargas en el Señor en dichas situaciones?, la Biblia que es la Palabra de Dios escrita, nos enseña las forma en la que nosotros debemos acercarnos al Señor y depositar todo aquello que nos perturba:
Primero, tienes que venir al Señor, Mateo 11:28 dice: “Ustedes viven siempre angustiados; siempre preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar”. (Traducción en lenguaje actual)
Ir delante de Jesús es el primer paso que debemos dar para depositar nuestras cargas en El, y esto tiene que ver con la oración. Que mejor forma que acércanos a El que hablarle. Orar es hablar con Dios, no de una forma extraña o con palabras de diccionario, sino hablar como cuando hablas con tu mejor amigo. A pesar de que El sabe lo que estás viviendo, El siempre quiere escuchar de tu propia boca lo que estas pasado. Si hay alguien que te comprende a perfección es El.
Esto tiene que ver, con tener una vida de comunión con el Señor, no de solo un momento, no es solo una oración, es mantener vivo ese contacto con El, es mantenerte en sintonía con el Señor. Cuando nosotros nos mantenemos en la misma sintonía de El entonces problemas pueden venir de toda clase, pero nuestra misma sintonía con El, nos llevara a no ver las cosas con ojos humanos, sino con ojos de FE, con esos ojos que ven lo que no es, como que si fuera y claro, Dios honrara siempre la FE de los que le creen.
Pueda que los primeros días que ores buscando la ayuda del Señor, no sientas que las cosas cambien, pero en cuanto más tiempo mantengas esa sintonía con el Señor, entonces veras como el panorama te irá cambiando, tus ojos espirituales se activaran y ya no veras lo enorme del problema, sino al Dios que ha prometido ayudarte y estar contigo todos los días de tu vida. ¡Persiste en la oración!
Segundo, Pon tus preocupaciones en las manos del Señor, 1 Pedro 5:7 dice: “Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes”. (Traducción en lenguaje actual)
Poner nuestras preocupaciones en las manos del Señor tiene que ver con CONFIAR, de la misma manera que confiamos nuestros ahorros a una institución bancaria y tenemos la seguridad que ellos los cuidaran. Así también debemos confiar en que cuando depositamos nuestras preocupaciones en las manos del Señor, El tendrá cuidado de nosotros.
Poner esas preocupaciones en las manos del Señor es decirle: “Señor, acá esta esto que me preocupa, que me ha robado la paz, te lo entrego a ti, porque sé que tu sabrás como hacer, tu abrirás las puertas que se tengan que abrir, tu cambiaras los corazones que tengas que cambiar, yo no puedo hacer nada, pero tú si puedes y jamás me has defraudado”.
Esas palabras tienen que ver con deshacernos de todo aquello que nos roba la paz y confiar en que Dios obrara de alguna forma. Recordemos que la Biblia dice en Romanos 8:28 “Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que le aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan”. (Traducción en lenguaje actual)
Tercero, Esperar en el Señor, la Biblia en Hebreos 6:15 dice: “Abraham esperó con paciencia, y Dios cumplió su promesa”. (Traducción en lenguaje actual)
La Paciencia es vital, además de ir delante del Señor y confiar poniendo tus preocupaciones en sus manos, también tenemos que tener PACIENCIA. Pueda que las cosas no se resuelvan de la noche a la mañana, pero tu paciencia será símbolo de que tienes la confianza plena de que Dios te cumplirá en el tiempo perfecto. Cuando sabemos esperar, entonces DIOS CUMPLE.
Tomando todo lo anterior podemos concluir que “Depositar nuestras cargas en el Señor” es:
Ir delante del Señor en oración, confiando totalmente que al poner nuestras preocupaciones en El, podemos tener la convicción y la certeza de que El tendrá cuidado de nosotros, por lo que no debemos mas preocuparnos, ni permitir que nada nos robe la paz que Él quiere depositar en nuestros corazones para que sepamos esperar pacientemente.
El Salmista David en los Salmos 55:22-23 dice:
“…Mi amigo, te aconsejo que pongas en manos de Dios todo lo que te preocupa; ¡él te dará su apoyo! ¡Dios nunca deja fracasar a los que lo obedecen! ¡Por eso siempre confío en él!”
Hoy te invito a que junto realicemos estos tres pasos:
1. Ir delante del Señor. (Oración)
2. Confiar en El. (Hacerle suyo mis problemas)
3. Esperar con Paciencia. (No desesperarnos por nada)
Dios quiere darnos de su descanso, El no quiere que pasemos todo el tiempo preocupados. El quiere depositar una PAZ sobrenatural en nuestro corazón y mente, y sobre todo quiere mostrarnos que cuando confiamos plenamente en El, JAMAS NOS DEFRAUDA.
Deposita en las manos del Señor, todo aquello que te ha robado la paz, todo aquello que te preocupa, entrégale a El cada área de tu vida que te es difícil de superar, pon en sus manos todos aquellos recuerdos del pasado que te atormentan y dile de esta forma:
“Padre amado, te doy gracias por todas tus bondades y misericordias para con mi vida, te doy gracias porque hasta aquí has tenido cuidado de mi y jamás me has abandonado. En esta hora reconozco que no puedo más, reconozco que las cargas de la vida me han hecho perder la sonrisa, me han hecho perder la paz en mi corazón, mi mente ha sido atacada por pensamientos negativos y por lo tanto reconozco que no puedo más. Por tal razón en esta hora vengo delante de ti, deposito cada uno de esos sentimientos y pensamientos que no me dejan prosperar en mi vida espiritual, deposito en tus manos todas mis preocupaciones, me libero de ellas y pongo mi confianza en ti, sabiendo que tú siempre tienes el control de todo. Confío en que tú actuaras de la mejor manera y según tu voluntad. Ayúdame a confiar y a tener paciencia, derrama una vez mas de tu paz sobre mi corazón y mi mente, que cada día haya en mi el deseo y la voluntad de buscarte, quiero estar cerca de ti porque reconozco que necesito mucho de tu presencia. Ayúdame Señor. Te doy gracias de antemano, porque sé que tu obraras, te doy gracias porque puedo sentir tu presencia abrazándome fuertemente, te doy gracias porque puedo confiar en ti, gracias Señor, gracias por tomar mis cargas y hacerlas tuyas, se que en ti puedo descansara, gracias amado Padre, en el Nombre de Jesús, amén”.¡Hoy Dios comenzara a liberarte de tus cargas!
Autor: Enrique Monterroza
miércoles, 17 de noviembre de 2010
La diferencia entre ser probado y ser entrenado
por David Wilkerson
Dios no se deleita en las pruebas por las que atraviesan sus hijos. La Biblia dice que Cristo es compasivo hacia nosotros en todas nuestras pruebas, siendo tocado por los sentimientos de nuestras dolencias. En Apocalipsis 2:9 le dice a la iglesia “Sé de tu…”tribulación, y pobreza…” Está diciendo, en esencia, “Sé por lo que estás atravesando. Quizás no lo entiendas, pero sé todo al respecto.”
Es esencial que comprendamos esta verdad, porque el Señor sí prueba a su gente. La Escritura dice, “Nos has probado como se prueba la plata (Salmo 66:10) “Tu fe…será probada con fuego” (1 Pedro 1:7). “El Señor prueba a los justos” (Salmo 11:5).
Ciertamente, todos los que siguen a Jesús van a enfrentar aflicciones. El Salmista escribe, “Muchas son las aflicciones de los justos” (Salmo 34:19). Pablo habla de tener “mucha aflicción y angustia en el corazón…con muchas lágrimas” (2 Corintios 2:4). Y Hebreos describe a santos que son “indigentes, afligidos, atormentados” y sobrellevando una gran batalla de aflicciones.” (Hebreos 11:37, 10:32).
El hecho es que la Biblia habla muchísimo sobre el sufrimiento, tribulaciones y problemas en la vida de los creyentes. De acuerdo al Salmista, “Mi alma está llena de problemas y mi vida se acerca hacia la tumba” (Salmo 88:3). Igualmente, David escribe de soportar “grandes y difíciles problemas” (71:20).
No puedo nombrar a un solo seguidor de Jesús quien no ha soportado todas estas cosas que la Escritura menciona: pruebas, tribulaciones, aflicciones, angustia. Sé que puedo decir con David, “He soportado difíciles y grandes problemas y pruebas.” Y sé que muchos otros leyendo este mensaje pueden decir, “Eso resume mi vida en este momento. Estoy confrontando pruebas y aflicciones angustiosas.”
Por esta razón, cada cristiano tiene que saber y aceptar que Dios tiene un propósito en todos nuestros sufrimientos. Ninguna prueba entra en nuestras vidas sin que él lo permita. Y uno de los propósitos de Dios detrás de nuestras pruebas es el producir en nosotros fe inquebrantable. Pedro escribe “Que la prueba de tu fe, siendo mas preciosa que el oro que perece, aunque sea tratado con fuego, pueda ser encontrando en la alabanza y honor y gloria ante el aparecimiento de Jesucristo” (1 Pedro 1:17). Pedro llama a estas experiencias “prueba(s) de fuego” (4:12).
Pablo testifica de ser afligido con pruebas, sin embargo terminando su carrera habiendo ganado la prueba de la fe. Él escribe, “He peleado la buena batalla, he terminado mi carrera, he mantenido la fe” (2 Timoteo 4:7). Claro, Pablo sabia que todavía tenia mucho por hacer. Había grandes pruebas por delante. Pero podía honestamente decir:
”Quizás no he prendido a Cristo como quería y no he sido perfeccionado, pero cuando se trata de fe y confiando en Dios a través de cada prueba sé que he creído y estoy persuadido. Cuando el enemigo viene como una inundación, sé que el Señor levantara bandera contra él. Y he aprendido todo esto en el horno de la aflicción
Comparto este testimonio con Pablo. Por la gracia de Dios, el Espíritu Santo me ha permitido atravesar un número de pruebas en años recientes, la cosa más difícil siendo el fallecimiento de nuestra nieta de doce años, Tiffany. El Señor me dio fuerza y fe a través de esa odisea dolorosa y salí de ello diciendo, “sé que he creído, y sé que tiene un plan. Dios no permitiría este tipo de dolor sobre mi y mi familia sin un propósito detrás de todo ello. O, Señor, te entrego esto por medio de la fe.”
Piensa en tu propia odisea o prueba. ¿Has tenido duda, temor o ira al soportarlo? ¿Has acusado a Dios de poner mucho sobre ti, de colocarte en tu prueba innecesariamente? ¿Estás al borde de darte por vencido, pensando, “He sido fiel en orar, en leer la Biblia, en ir a la iglesia, pero nada funciona?
O puedes todavía mirar hacia al cielo y decir, “Sé que el Señor es bueno. Y voy a confiar en él a través de esto. No viviré en duda, él me sacará para su gloria.” Si esto te describe, entonces tu fe ha soportado el fuego. Pero si no, tengo que preguntarte: ¿cuántas pruebas más y aflicciones soportarás antes de poder decir, “Mi fe ha prevalecido?”
Una prueba no siempre es el propósito de Dios detrás de nuestras pruebas.
La verdad es que no todas las pruebas son pruebas de fe. A menudo, el Señor esta detrás de algo más cuando estamos en el horno de la aflicción. Ciertamente, mientras más cerca caminas con Cristo y más profundas tus pruebas, mucho más está obrando él en ti para lograr algo más que fe.
Pero no malinterpretes; cuando nuestra fe vacila, pruebas de fe vendrán. Nunca estaremos completamente mas allá de ser probados. Pero aquí está otro de los propósitos de Dios en nuestras pruebas: El Padre está preparando la novia para su Hijo y quiere más de nosotros en nuestras pruebas que mayor fe.
Esta novia va a ser probada severamente y su amor por el novio pasará por el fuego. Su confianza en él será refinada a través de fuegos, inundaciones y aflicciones. Sin embargo, estas pruebas no son cuestión de probar su amor y devoción. Al contrario son para refinar un amor que esta totalmente comprometido. Déjeme explicar.
Esta novia – la elegida amada de Jesús – debe ser consumida por el deseo de estar con el novio. Debe ser apartada de todas distracciones. Debe estar obsesionada por un deseo de estar siempre en su presencia corporal. Pablo se refiere a este deseo cuando escribe de su propio deseo “estar ausentes del cuerpo y presentes al Señor.” (2 Corintios 5:8) “porque para mí el vivir es Cristo y el morir, ganancia.” (Filipenses 1:21).
Esta no es una fijación morbosa con la muerte de parte de Pablo. El apóstol claramente vivió una vida llena y útil. Pero, él dijo, “Algo en mi anhela estar con el Señor, donde Él esta.” Anhelo estar con Él cara a cara.” Para hacer tal aseveración, Pablo tenía que estar completamente apartado de este mundo y sus atracciones.
Ahora mismo, Dios está preparando un nuevo mundo – un cielo nuevo y una nueva tierra – para su gente. Y esta nueva creación será compuesta de una Nueva Jerusalén incluyendo un hogar para la novia de Cristo. Isaías vio este nuevo mundo que Dios esta creando, y el panorama del cual lo debe haber sobrecogido. Dios dijo a través del profeta, “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra. De lo pasado no habrá memoria ni vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado, porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría y a su pueblo gozo.” (Isaías 65:17-18).
Dios está haciendo una declaración poderosa aquí a la desposada de Cristo. Está diciendo, en efecto, “en medio de tu prueba actual, fija esta verdad en tu mente: el mundo presente no es tu hogar. Todo lo que ves, pasara – la tierra, la luna, el sol, y las estrellas. Estoy creando un nuevo mundo donde no hay fuegos, inundaciones, diablos, pruebas ni aflicciones.
¿Entiendes este mensaje? Tu prueba va a terminar, y tus problemas pasaran. Por lo tanto fija tus ojos en Cristo y fija tus afectos en pasar la eternidad con Él en el nuevo mundo. De acuerdo a Él, el mundo en que luchamos ahora con todo su dolor y tristeza, no será recordado cuando ese día llegue. ¡Ni siquiera entrara en nuestras mentes! (Ver 65:17).
Amados, esto me dice que la prueba que muchos están soportando no es el ser probado – es entrenamiento. Estamos siendo preparados para un mundo donde no habrá más dolor. Y ese mundo va a ser poblado con cuerpos nuevos. Pablo nos dice que el cuerpo que baja a la tumba no es el mismo que saldrá de la tumba. Vamos a tener un cuerpo nuevo, uno con el ADN del Cristo mismo.
Abraham es un ejemplo de uno que tenía un enfoque en el mundo por venir. La Biblia dice de el: “Por la fe habitó como extranjero en la tierra… porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” (Hebreos 11:9-10).
Abraham pasó una gran prueba de fe cuando en obediencia a Dios, ofreció a su hijo, Isaac en sacrificio. Sin embargo, aún más que su fe probada, Abraham fue apartado de esta tierra – un hecho probado cuando ofreció a su hijo. Él tuvo fe en que había un propósito mayor del que él podía ver. Aquí estaba un hombre verdaderamente en el mundo pero no era parte del mismo, viendo su ciudadanía en otro mundo.
Ahora considera lo que Hebreos dice de Cristo “(Él)… padeció fuera de la puerta.” (13:12). Jesús sufrió como un extranjero siempre en las afueras de la religión formal, en las afueras de la sociedad aceptada. Sin embargo, Cristo también estaba “afuera” en el sentido de no tener lugar aquí en la tierra, tan siquiera para reposar su cabeza. En todo lo que Jesús hizo, siempre miró hacia el cielo.
Como el Salvador y nuestro antepasado Abraham, “Aquí no tenemos ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.” (13:14). Vivimos y trabajamos en esta tierra, pero somos extranjeros aquí; nuestra verdadera patria es la Nueva Jerusalén. Por lo tanto, Hebreos urge, “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su oprobio” (13:13). Hasta que también estemos en las “afueras” del campamento, fuera de la lujuria y el materialismo de este mundo – no estaremos donde nuestro Novio está.
Vivo en un hogar agradable y manejo un carro bueno. Pero continuamente estoy en guardia contra que las cosas materiales tomen riendas de mi corazón. El hecho es que puedes tener una fe poderosa y todavía no anhelar a Cristo. “… y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. (1 Corintios 13:2).
Tristemente, cuando miro alrededor, veo multitudes de cristianos creyentes que tienen fe vencedora, pero no tienen el anhelo de estar con Cristo. En vez, han fijado sus ojos en las cosas de este mundo y en como obtenerlas. Yo encuentro que esas personas no quieren escuchar sobre fijarse en el cielo o ser apartado de este mundo. Para ellos, tal mensaje significa una interrupción de la “buena vida” que ellos disfrutan aquí.
Gracias a Dios, que Él tiene una manera maravillosa de empujarnos fuera de la puerta. Él nos dice, en esencia, “si te voy a entregar a mi Hijo en matrimonio, no puede haber otra atracción en tu vida. Quiero estar seguro que no estás lujuriosamente deseando algo o alguien que no sea Cristo. Tu sueño más excitante, lo que tire más profundo en tu corazón, tiene que ser un deseo de estar con Cristo.
Amados, esto explica muchas de las pruebas profundas de los santos justos que caminan en la fe. Piensa en ello: ¿Cómo sacó Dios a los hijos de Israel de Egipto? Tuvo que ponerlos en el horno del sufrimiento, para llevarlos al punto donde lloraron: “¡Basta de esto! Ya no quiero estar aquí.” Entonces cuando llego la hora en que Dios dijera, “Váyanse,” estaban preparados para desarraigarse y mudarse a la Tierra Prometida.
Dios nos ayude a separarnos del espíritu materialista de estos tiempos y a transferir todo nuestro afecto a la Nueva Jerusalén.
Isaías profetizo que el mundo que Dios estaba creando es un lugar donde sus habitantes se regocijan.
“Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado, porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría y a su pueblo gozo.” (Isaías 65:18). La palabra Hebrea para “crear” en este verso significa “traer a la existencia.” ¿Ves lo que Isaías esta diciendo? Dios esta creando no solo un nuevo mundo, sino que también una gente especial. Esta trayendo a la existencia una novia que no solo ha sido apartada de este mundo, pero quien también ha aprendido a salir de las pruebas a través de la alabanza.
El hecho es que nuestros sufrimientos presentes componen una escuela de alabanza. Y todas las maneras que estamos aprendiendo a alabar a Jesús, especialmente en nuestras pruebas, son entrenamiento para ese día glorioso. ¿Qué quiere decir esto para los cristianos que viven con agitación y preocupación constante? ¿Cómo pueden los que viven como si Dios estuviese muerto repentinamente saber como pueden alabar a través de una prueba?
Es muy importante como reaccionamos en nuestra prueba presente. Cuando Israel estuvo en su hora de gran sufrimiento, perdieron la esperanza. Decidieron que no podían aguantar más, así que simplemente se sentaron en el polvo. Aquí estaba el pueblo de Dios, con promesas sólidas como roca, sin embargo se sentaron allí con una cadena alrededor de sus cuellos.
Igualmente hoy, algunos cristianos se dan por vencidos hasta ese punto. Ellos no abandonan su fe, pero dejan de perseguir a Jesús con todo su corazón, pensando, “No puedo vivir bajo esta clase de intensidad. Parece que mientras más me acerco a Cristo, más sufro.” Se preguntan como Pablo podía decir: “Yo me regocijo en mis sufrimientos.” (Colosenses 1:23-24).
Aquí es exactamente como Pablo podía hacer tal aseveración: el había sido llevado al cielo y vio la gloria que nos aguarda. Debido a lo que vio, Pablo pudo abrazar sus pruebas y aflicciones en esta vida, aprendiendo a alabar a Dios a través de cada odisea. Estaba determinado a aprender tener un corazón contento sin importar su situación, y empezó a practicar alabanza en preparación para el mundo por venir.
“… si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse,” (Ro. 8:17:18). A la luz de la gloria que le espera, ¿cuál es su prueba en comparación?
Igualmente, él quiere que tornemos los ojos del sufrimiento presente y los fijemos en lo que vendrá, y eso cambiará todo. Un minuto en nuestra nueva habitación, dice Pablo, no recordaremos lo que vino antes. Su punto es comenzar a alabar ahora, regocijándonos por el gozo que nos espera. “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, [Jesús] sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. (Hebreos 13:15).
Dios ha escogido a aquellos “refinados…no con plata; te he escogido en horno de aflicción.” (Isaías 48:10).
La gente a quien Isaías ofreció su visión de un nuevo mundo acababa de soportar la furia de un enemigo rabioso. Ahora estaban tambaleándose de su tribulación, atados por el temor y el cansancio. Pensaban que Dios los había abandonado y tenían miedo de lo que el futuro les deparaba. Así que ¿qué palabra les envió Dios? Es la misma palabra que le da hoy a su pueblo.
“¡Despiértense! No están deshechos como piensan. El Señor, su fortaleza, esta todavía con ustedes. Así que levántense del polvo del desaliento, y siéntense en el lugar celestial que les he prometido. No han perdido su justicia o rectitud, así que vístanse con sus togas. Sacúdanse, háblense a si mismos, dense un sermón. Y díganle a la carne y al diablo, “Soy más que un vencedor a través de quien me salvó.” (Isaías 52:1-3 parafraseado)
Considera el ejemplo poderoso de los tres jóvenes hebreos a quienes el Rey Nabucodonosor arrojó en el horno de fuego. Estos hombres no estaban siendo probados por su fe; el hecho es, que su fe los puso allí. El Señor claramente estaba detrás de otra cosa. Piensa en ello: los babilonios paganos no estaban influenciados por sus oraciones o sus predicas. No estaban impresionados por su sabiduría y conocimiento ni por sus vidas santas. No, el impacto sobre Babilonia vino cuando la gente miro dentro del horno y vieron a tres hombres regocijando, alabando a Dios en su hora más difícil.
Jesús apareció en ese horno, y creo que sus primeras palabras a los jóvenes hebreos fueron “Hermanos, levántense ahora, pues sus ataduras son aflojadas. Dejen que este gobierno pagano y su gente atea vean su regocijo y alabanza a Dios en su hora de aflicción.
Los hombres hicieron eso mismo y la Escritura dice que Nabucodonosor estaba asombrado ante esa vista. Se levanto apresuradamente, clamando, “¿Qué está pasando aquí? ¡Arrojamos tres hombres en este horno, pero ahora hay cuatro y todas las ataduras no están! Miren, están cantando y alabando a ese cuarto hombre.”
Ese es el impacto que nuestras alabanzas traen durante nuestras pruebas. Así que ¿cómo has estado reaccionado en tu hora de aflicción? ¿Estás tomando de la copa temblorosa, sintiéndote débil, sin poder para resistir al enemigo? Es hora de sacudir las vendas pesadas y levantar manos santas en alabanza a tu Redentor. Estás libre, no importa tu prueba, así que alégrate y regocíjate, sabiendo que el cuarto hombre esta en el horno contigo. Cristo se revelará en tu prueba, y el fuego quemará todas esas cuerdas que te atan.
¡Seguramente no estas siendo probado sino entrenado!
Dios no se deleita en las pruebas por las que atraviesan sus hijos. La Biblia dice que Cristo es compasivo hacia nosotros en todas nuestras pruebas, siendo tocado por los sentimientos de nuestras dolencias. En Apocalipsis 2:9 le dice a la iglesia “Sé de tu…”tribulación, y pobreza…” Está diciendo, en esencia, “Sé por lo que estás atravesando. Quizás no lo entiendas, pero sé todo al respecto.”
Es esencial que comprendamos esta verdad, porque el Señor sí prueba a su gente. La Escritura dice, “Nos has probado como se prueba la plata (Salmo 66:10) “Tu fe…será probada con fuego” (1 Pedro 1:7). “El Señor prueba a los justos” (Salmo 11:5).
Ciertamente, todos los que siguen a Jesús van a enfrentar aflicciones. El Salmista escribe, “Muchas son las aflicciones de los justos” (Salmo 34:19). Pablo habla de tener “mucha aflicción y angustia en el corazón…con muchas lágrimas” (2 Corintios 2:4). Y Hebreos describe a santos que son “indigentes, afligidos, atormentados” y sobrellevando una gran batalla de aflicciones.” (Hebreos 11:37, 10:32).
El hecho es que la Biblia habla muchísimo sobre el sufrimiento, tribulaciones y problemas en la vida de los creyentes. De acuerdo al Salmista, “Mi alma está llena de problemas y mi vida se acerca hacia la tumba” (Salmo 88:3). Igualmente, David escribe de soportar “grandes y difíciles problemas” (71:20).
No puedo nombrar a un solo seguidor de Jesús quien no ha soportado todas estas cosas que la Escritura menciona: pruebas, tribulaciones, aflicciones, angustia. Sé que puedo decir con David, “He soportado difíciles y grandes problemas y pruebas.” Y sé que muchos otros leyendo este mensaje pueden decir, “Eso resume mi vida en este momento. Estoy confrontando pruebas y aflicciones angustiosas.”
Por esta razón, cada cristiano tiene que saber y aceptar que Dios tiene un propósito en todos nuestros sufrimientos. Ninguna prueba entra en nuestras vidas sin que él lo permita. Y uno de los propósitos de Dios detrás de nuestras pruebas es el producir en nosotros fe inquebrantable. Pedro escribe “Que la prueba de tu fe, siendo mas preciosa que el oro que perece, aunque sea tratado con fuego, pueda ser encontrando en la alabanza y honor y gloria ante el aparecimiento de Jesucristo” (1 Pedro 1:17). Pedro llama a estas experiencias “prueba(s) de fuego” (4:12).
Pablo testifica de ser afligido con pruebas, sin embargo terminando su carrera habiendo ganado la prueba de la fe. Él escribe, “He peleado la buena batalla, he terminado mi carrera, he mantenido la fe” (2 Timoteo 4:7). Claro, Pablo sabia que todavía tenia mucho por hacer. Había grandes pruebas por delante. Pero podía honestamente decir:
”Quizás no he prendido a Cristo como quería y no he sido perfeccionado, pero cuando se trata de fe y confiando en Dios a través de cada prueba sé que he creído y estoy persuadido. Cuando el enemigo viene como una inundación, sé que el Señor levantara bandera contra él. Y he aprendido todo esto en el horno de la aflicción
Comparto este testimonio con Pablo. Por la gracia de Dios, el Espíritu Santo me ha permitido atravesar un número de pruebas en años recientes, la cosa más difícil siendo el fallecimiento de nuestra nieta de doce años, Tiffany. El Señor me dio fuerza y fe a través de esa odisea dolorosa y salí de ello diciendo, “sé que he creído, y sé que tiene un plan. Dios no permitiría este tipo de dolor sobre mi y mi familia sin un propósito detrás de todo ello. O, Señor, te entrego esto por medio de la fe.”
Piensa en tu propia odisea o prueba. ¿Has tenido duda, temor o ira al soportarlo? ¿Has acusado a Dios de poner mucho sobre ti, de colocarte en tu prueba innecesariamente? ¿Estás al borde de darte por vencido, pensando, “He sido fiel en orar, en leer la Biblia, en ir a la iglesia, pero nada funciona?
O puedes todavía mirar hacia al cielo y decir, “Sé que el Señor es bueno. Y voy a confiar en él a través de esto. No viviré en duda, él me sacará para su gloria.” Si esto te describe, entonces tu fe ha soportado el fuego. Pero si no, tengo que preguntarte: ¿cuántas pruebas más y aflicciones soportarás antes de poder decir, “Mi fe ha prevalecido?”
Una prueba no siempre es el propósito de Dios detrás de nuestras pruebas.
La verdad es que no todas las pruebas son pruebas de fe. A menudo, el Señor esta detrás de algo más cuando estamos en el horno de la aflicción. Ciertamente, mientras más cerca caminas con Cristo y más profundas tus pruebas, mucho más está obrando él en ti para lograr algo más que fe.
Pero no malinterpretes; cuando nuestra fe vacila, pruebas de fe vendrán. Nunca estaremos completamente mas allá de ser probados. Pero aquí está otro de los propósitos de Dios en nuestras pruebas: El Padre está preparando la novia para su Hijo y quiere más de nosotros en nuestras pruebas que mayor fe.
Esta novia va a ser probada severamente y su amor por el novio pasará por el fuego. Su confianza en él será refinada a través de fuegos, inundaciones y aflicciones. Sin embargo, estas pruebas no son cuestión de probar su amor y devoción. Al contrario son para refinar un amor que esta totalmente comprometido. Déjeme explicar.
Esta novia – la elegida amada de Jesús – debe ser consumida por el deseo de estar con el novio. Debe ser apartada de todas distracciones. Debe estar obsesionada por un deseo de estar siempre en su presencia corporal. Pablo se refiere a este deseo cuando escribe de su propio deseo “estar ausentes del cuerpo y presentes al Señor.” (2 Corintios 5:8) “porque para mí el vivir es Cristo y el morir, ganancia.” (Filipenses 1:21).
Esta no es una fijación morbosa con la muerte de parte de Pablo. El apóstol claramente vivió una vida llena y útil. Pero, él dijo, “Algo en mi anhela estar con el Señor, donde Él esta.” Anhelo estar con Él cara a cara.” Para hacer tal aseveración, Pablo tenía que estar completamente apartado de este mundo y sus atracciones.
Ahora mismo, Dios está preparando un nuevo mundo – un cielo nuevo y una nueva tierra – para su gente. Y esta nueva creación será compuesta de una Nueva Jerusalén incluyendo un hogar para la novia de Cristo. Isaías vio este nuevo mundo que Dios esta creando, y el panorama del cual lo debe haber sobrecogido. Dios dijo a través del profeta, “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra. De lo pasado no habrá memoria ni vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado, porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría y a su pueblo gozo.” (Isaías 65:17-18).
Dios está haciendo una declaración poderosa aquí a la desposada de Cristo. Está diciendo, en efecto, “en medio de tu prueba actual, fija esta verdad en tu mente: el mundo presente no es tu hogar. Todo lo que ves, pasara – la tierra, la luna, el sol, y las estrellas. Estoy creando un nuevo mundo donde no hay fuegos, inundaciones, diablos, pruebas ni aflicciones.
¿Entiendes este mensaje? Tu prueba va a terminar, y tus problemas pasaran. Por lo tanto fija tus ojos en Cristo y fija tus afectos en pasar la eternidad con Él en el nuevo mundo. De acuerdo a Él, el mundo en que luchamos ahora con todo su dolor y tristeza, no será recordado cuando ese día llegue. ¡Ni siquiera entrara en nuestras mentes! (Ver 65:17).
Amados, esto me dice que la prueba que muchos están soportando no es el ser probado – es entrenamiento. Estamos siendo preparados para un mundo donde no habrá más dolor. Y ese mundo va a ser poblado con cuerpos nuevos. Pablo nos dice que el cuerpo que baja a la tumba no es el mismo que saldrá de la tumba. Vamos a tener un cuerpo nuevo, uno con el ADN del Cristo mismo.
Abraham es un ejemplo de uno que tenía un enfoque en el mundo por venir. La Biblia dice de el: “Por la fe habitó como extranjero en la tierra… porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” (Hebreos 11:9-10).
Abraham pasó una gran prueba de fe cuando en obediencia a Dios, ofreció a su hijo, Isaac en sacrificio. Sin embargo, aún más que su fe probada, Abraham fue apartado de esta tierra – un hecho probado cuando ofreció a su hijo. Él tuvo fe en que había un propósito mayor del que él podía ver. Aquí estaba un hombre verdaderamente en el mundo pero no era parte del mismo, viendo su ciudadanía en otro mundo.
Ahora considera lo que Hebreos dice de Cristo “(Él)… padeció fuera de la puerta.” (13:12). Jesús sufrió como un extranjero siempre en las afueras de la religión formal, en las afueras de la sociedad aceptada. Sin embargo, Cristo también estaba “afuera” en el sentido de no tener lugar aquí en la tierra, tan siquiera para reposar su cabeza. En todo lo que Jesús hizo, siempre miró hacia el cielo.
Como el Salvador y nuestro antepasado Abraham, “Aquí no tenemos ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.” (13:14). Vivimos y trabajamos en esta tierra, pero somos extranjeros aquí; nuestra verdadera patria es la Nueva Jerusalén. Por lo tanto, Hebreos urge, “Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su oprobio” (13:13). Hasta que también estemos en las “afueras” del campamento, fuera de la lujuria y el materialismo de este mundo – no estaremos donde nuestro Novio está.
Vivo en un hogar agradable y manejo un carro bueno. Pero continuamente estoy en guardia contra que las cosas materiales tomen riendas de mi corazón. El hecho es que puedes tener una fe poderosa y todavía no anhelar a Cristo. “… y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. (1 Corintios 13:2).
Tristemente, cuando miro alrededor, veo multitudes de cristianos creyentes que tienen fe vencedora, pero no tienen el anhelo de estar con Cristo. En vez, han fijado sus ojos en las cosas de este mundo y en como obtenerlas. Yo encuentro que esas personas no quieren escuchar sobre fijarse en el cielo o ser apartado de este mundo. Para ellos, tal mensaje significa una interrupción de la “buena vida” que ellos disfrutan aquí.
Gracias a Dios, que Él tiene una manera maravillosa de empujarnos fuera de la puerta. Él nos dice, en esencia, “si te voy a entregar a mi Hijo en matrimonio, no puede haber otra atracción en tu vida. Quiero estar seguro que no estás lujuriosamente deseando algo o alguien que no sea Cristo. Tu sueño más excitante, lo que tire más profundo en tu corazón, tiene que ser un deseo de estar con Cristo.
Amados, esto explica muchas de las pruebas profundas de los santos justos que caminan en la fe. Piensa en ello: ¿Cómo sacó Dios a los hijos de Israel de Egipto? Tuvo que ponerlos en el horno del sufrimiento, para llevarlos al punto donde lloraron: “¡Basta de esto! Ya no quiero estar aquí.” Entonces cuando llego la hora en que Dios dijera, “Váyanse,” estaban preparados para desarraigarse y mudarse a la Tierra Prometida.
Dios nos ayude a separarnos del espíritu materialista de estos tiempos y a transferir todo nuestro afecto a la Nueva Jerusalén.
Isaías profetizo que el mundo que Dios estaba creando es un lugar donde sus habitantes se regocijan.
“Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado, porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría y a su pueblo gozo.” (Isaías 65:18). La palabra Hebrea para “crear” en este verso significa “traer a la existencia.” ¿Ves lo que Isaías esta diciendo? Dios esta creando no solo un nuevo mundo, sino que también una gente especial. Esta trayendo a la existencia una novia que no solo ha sido apartada de este mundo, pero quien también ha aprendido a salir de las pruebas a través de la alabanza.
El hecho es que nuestros sufrimientos presentes componen una escuela de alabanza. Y todas las maneras que estamos aprendiendo a alabar a Jesús, especialmente en nuestras pruebas, son entrenamiento para ese día glorioso. ¿Qué quiere decir esto para los cristianos que viven con agitación y preocupación constante? ¿Cómo pueden los que viven como si Dios estuviese muerto repentinamente saber como pueden alabar a través de una prueba?
Es muy importante como reaccionamos en nuestra prueba presente. Cuando Israel estuvo en su hora de gran sufrimiento, perdieron la esperanza. Decidieron que no podían aguantar más, así que simplemente se sentaron en el polvo. Aquí estaba el pueblo de Dios, con promesas sólidas como roca, sin embargo se sentaron allí con una cadena alrededor de sus cuellos.
Igualmente hoy, algunos cristianos se dan por vencidos hasta ese punto. Ellos no abandonan su fe, pero dejan de perseguir a Jesús con todo su corazón, pensando, “No puedo vivir bajo esta clase de intensidad. Parece que mientras más me acerco a Cristo, más sufro.” Se preguntan como Pablo podía decir: “Yo me regocijo en mis sufrimientos.” (Colosenses 1:23-24).
Aquí es exactamente como Pablo podía hacer tal aseveración: el había sido llevado al cielo y vio la gloria que nos aguarda. Debido a lo que vio, Pablo pudo abrazar sus pruebas y aflicciones en esta vida, aprendiendo a alabar a Dios a través de cada odisea. Estaba determinado a aprender tener un corazón contento sin importar su situación, y empezó a practicar alabanza en preparación para el mundo por venir.
“… si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse,” (Ro. 8:17:18). A la luz de la gloria que le espera, ¿cuál es su prueba en comparación?
Igualmente, él quiere que tornemos los ojos del sufrimiento presente y los fijemos en lo que vendrá, y eso cambiará todo. Un minuto en nuestra nueva habitación, dice Pablo, no recordaremos lo que vino antes. Su punto es comenzar a alabar ahora, regocijándonos por el gozo que nos espera. “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, [Jesús] sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. (Hebreos 13:15).
Dios ha escogido a aquellos “refinados…no con plata; te he escogido en horno de aflicción.” (Isaías 48:10).
La gente a quien Isaías ofreció su visión de un nuevo mundo acababa de soportar la furia de un enemigo rabioso. Ahora estaban tambaleándose de su tribulación, atados por el temor y el cansancio. Pensaban que Dios los había abandonado y tenían miedo de lo que el futuro les deparaba. Así que ¿qué palabra les envió Dios? Es la misma palabra que le da hoy a su pueblo.
“¡Despiértense! No están deshechos como piensan. El Señor, su fortaleza, esta todavía con ustedes. Así que levántense del polvo del desaliento, y siéntense en el lugar celestial que les he prometido. No han perdido su justicia o rectitud, así que vístanse con sus togas. Sacúdanse, háblense a si mismos, dense un sermón. Y díganle a la carne y al diablo, “Soy más que un vencedor a través de quien me salvó.” (Isaías 52:1-3 parafraseado)
Considera el ejemplo poderoso de los tres jóvenes hebreos a quienes el Rey Nabucodonosor arrojó en el horno de fuego. Estos hombres no estaban siendo probados por su fe; el hecho es, que su fe los puso allí. El Señor claramente estaba detrás de otra cosa. Piensa en ello: los babilonios paganos no estaban influenciados por sus oraciones o sus predicas. No estaban impresionados por su sabiduría y conocimiento ni por sus vidas santas. No, el impacto sobre Babilonia vino cuando la gente miro dentro del horno y vieron a tres hombres regocijando, alabando a Dios en su hora más difícil.
Jesús apareció en ese horno, y creo que sus primeras palabras a los jóvenes hebreos fueron “Hermanos, levántense ahora, pues sus ataduras son aflojadas. Dejen que este gobierno pagano y su gente atea vean su regocijo y alabanza a Dios en su hora de aflicción.
Los hombres hicieron eso mismo y la Escritura dice que Nabucodonosor estaba asombrado ante esa vista. Se levanto apresuradamente, clamando, “¿Qué está pasando aquí? ¡Arrojamos tres hombres en este horno, pero ahora hay cuatro y todas las ataduras no están! Miren, están cantando y alabando a ese cuarto hombre.”
Ese es el impacto que nuestras alabanzas traen durante nuestras pruebas. Así que ¿cómo has estado reaccionado en tu hora de aflicción? ¿Estás tomando de la copa temblorosa, sintiéndote débil, sin poder para resistir al enemigo? Es hora de sacudir las vendas pesadas y levantar manos santas en alabanza a tu Redentor. Estás libre, no importa tu prueba, así que alégrate y regocíjate, sabiendo que el cuarto hombre esta en el horno contigo. Cristo se revelará en tu prueba, y el fuego quemará todas esas cuerdas que te atan.
¡Seguramente no estas siendo probado sino entrenado!
“Cuidado con lo que tú llamas: Exhortar”
Texto: San Mateo 26: 51
“Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja”.
Este pasaje bíblico encierra una gran enseñanza. Los soldados acaban de llegar a arrestar a Jesús, mientras estaban en el Getsemaní orando. Cuando los discípulos vieron que lo querían aprender, actuaron de una forma equivocada, dejándose llevar por las emociones humanas, como muchos de nosotros hacemos.
La Palabra narra como Pedro sacando su espada hirió a un siervo del sumo sacerdote que se llamaba Malco (SanJuan18:10)
Dice la Biblia que le cortó la oreja, sinceramente les digo que no creo que le halla apuntado a la oreja, mas que creo que Malco quiso esquivar la espada que a lo mejor iba hacia su cuello, pero su oreja no logro salvarse.
Al igual que Pedro nosotros muchas veces hemos tenido reacciones sorprendentes, esa clase de reacciones que cortan orejas y en algunos casos logramos cortar cabezas. Hay personas que creen que diciendo las cosas tal y como son, como decimos en mi país: claro y pelado, creen que están haciendo lo mejor.
¿Cuánta gente de nuestras iglesias se ha ido porque no hemos sido corteses a la hora de llamarles la atención?, ¿Cuántos de nosotros andamos con la espada desenvainada queriendo “exhortar” a nuestra gente?
Señores, Exhortar no es REGAÑAR, ¿Quién les ha dicho a ustedes que cuando quieren exhortar a alguien tienen que regañarlo?, por no saber exhortar muchos han cortado orejas de personas que queriendo escuchar una palabra de aliento no lo han podido hacer porque ustedes le sirvieron de obstáculos, puesto que queriendo hacer un bien, hicieron un mal.
Lideres que me leen, no te creas el súper espiritual y trates a tus ovejas como a criados tuyos, son tus ovejas no tus criados, ámalos, búscalos, ayúdales, háblales de la Palabra, enséñales con amor y no con regaños.Lastimosamente muchas veces hemos sido los causantes de que muchas orejas ya no estén asistiendo a la Iglesia, hemos corta tantas que hasta perdimos la cuenta. Que lastima que aun no hemos entendido de cual evangelio predicamos, ni a que Dios pertenecemos, puesto que mi Dios es un Dios de amor.
Las personas necesitan oír palabras que redarguyan su vida, que los haga ver los errores en los que están cayendo, que los anime a buscar mas de Dios y que los haga mejores cristianos. ¿Pero realmente estamos obrando de esa manera?, ¿Estamos amando a los débiles de en la fe, a tal punto que los hacemos fuertes?
Amigo mío, Jesús no te pide que cortes orejas, ni mucho menos cabezas, es mas, cada vez que tu cortas una oreja, el con todo amor la recoge y las vuelve a poner en su lugar, para enseñarte que no es esa la forma de tratar a las personas.
Dios quiere que exhortes pero con amor y respaldado con la Palabra y con la unción de El, puesto que de otra forma seguirás cortando orejas, no hablo de chinchinear pecados de las personas, hablo de hacerles ver el error en que han caído y hacerlos volver al redil correcto, pero con amor y autoridad de Dios, no por una simple emoción humana que te lleve a decir cosas que tu crees que son las correctas y que luego te arrepientas de haberlas dicho.
Ya no es tiempo de seguir cortando orejas, esas reacciones no son del agrado de nuestro Señor, es momento de enseñar con amor y autoridad divina el camino correcto.
Autor: Enrique Monterroza
lunes, 23 de agosto de 2010
Los Nuevos y Futuros Ministros de Alabanza
Jhonadab Nuñez y Victor Contreras, son los nuevos y futuros ministros de Alabanza, Dios los bendiga mucho .........
domingo, 15 de agosto de 2010
Nuevos Creyentes y Fieles en el Señor
Los Mas Jóvenes en Espiritu
lunes, 9 de agosto de 2010
Culto Dominical 09-08-2010
Momento de Disfrutar del Almuerzo¡¡
Pastora Rosa dando los toques finales para servir la mesa
Hna. Sonia, hna. Victoria sirviendo la rica sopa seca
Disfrutando y colaborancdo con la gran Kermesse organizado por nuestra Iglesia, ¡ porvecho Pastor, uff¡ mi Hermano Martin, pidiendo doble porción y no se quedan atrás Victor y Jeremias
Hna. Sonia, hna. Victoria sirviendo la rica sopa seca
Disfrutando y colaborancdo con la gran Kermesse organizado por nuestra Iglesia, ¡ porvecho Pastor, uff¡ mi Hermano Martin, pidiendo doble porción y no se quedan atrás Victor y Jeremias
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