Estamos en la última semana de este año 2011 y por lo general la mayoría de nosotros tomamos estos últimos días para reflexionar sobre lo que hemos logrado o no logramos en este año.
Siempre que iniciamos un nuevo año nos proponemos metas que cumplir, comenzamos cada año con la intención firme de lograr aquello que nos propusimos, pero durante avanza el año hay ciertas situaciones que poco a poco nos van haciendo olvidar los propósitos que nos pusimos al iniciar el año a tal punto que en la mayoría de veces, no vemos cumplidas aquellas metas que en un inicio de año nos trazamos.
Y es que no hablo de esto para que nos desanimemos al ver que no logramos lo que queríamos o no alcanzamos las metas que nos propusimos, sino más bien de que no podemos prever lo que va a pasar, si no solo intentar llegar allí, pero eso no significa que lo lograremos en el tiempo que nosotros creemos que será, pueda que para llegar a esa meta pase más tiempo del que creímos, pero eso no es motivo de desanimo, si no al contrario, tendría que ser una razón para motivarnos a seguir adelante para lograr los objetivos que nos hemos trazado.
Quizá en estos días te encuentras un poco triste de saber que no lograste alcanzar tus metas que en un inicio de año te propusiste, quizá hasta cierto punto te siente fracasado o fracasada, pero no lograr una meta en un año NO ES FRACASO, si no que significa que para alcanzar esa meta utilizaras más tiempo.
Pienso que a veces nosotros mismos nos ponemos metas que no vamos a lograr en tan corto tiempo, hay metas que tardaran más de un año en que las cumplamos, pero la victoria o el fracaso no estará en el tiempo que propusimos en alcanzarlo, eso no tiene que determinar si obtendré una victoria o fracaso, el tiempo, es nada mas eso: TIEMPO.
A veces somos muy duros con nosotros mismos, nos reprochamos cosas que si fuéramos realistas desde un inicio aceptaríamos que no podemos cumplir en un año, pero somos tan duros con nosotros mismos que nos enojamos, nos entristecemos y hasta queremos rendirnos de luchar, solo porque no alcanzamos la meta en el tiempo que nosotros queríamos. ¿Y qué tal si Dios no quería que fuera este año?
A veces creemos que somos dueños de todo, que las cosas se harán cuando nosotros queremos, como nosotros queremos y en el lugar y momento que elijamos, pero ¿Qué si Dios no lo quiere según como nosotros lo tenemos planeado?, ¿Qué tal si Dios quiere moldear otras áreas de nuestra vida antes que alcancemos esa meta?, ¿Qué tal si por más que luchemos por alcanzar ese objetivo en este año, Dios ya había determinado que no iba a ser este año?
Y no hablo de ser conformista, ni mucho menos que nos acomodemos en la vida; hablo de no ser duros con nosotros mismos, de no exigirnos más de lo que Dios no está exigiendo, si este fuera el caso. A veces me imagino a Dios moviendo su cabeza de una lado a otro como diciendo: “Ay mi hijo, no entiende que Yo manejo los tiempos”.
La Biblia dice lo siguiente:
“Dios hizo todo hermoso en su momento, y puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin” Eclesiastés 3:11 (Nueva Versión Internacional)
La voluntad de Dios para nuestra vida no es que nos animemos o desanimemos si logramos o no un objetivo que tuviéramos en este año.
La voluntad de Dios es que sigamos intentando alcanzar aquellas metas u objetivos que nos hemos trazado, que no nos rijamos por un tiempo en base a un calendario o un reloj, si no que veamos el objetivo más allá del tiempo.
Quizá este año no fue, pero ¿Qué si el otro si es?, no te sientas triste, ni te menosprecies, tu eres especial para Dios y si en este año no alcanzaste todo lo que te propusiste, no es razón de reprocharte o exigirte cosas que quizá no hubieses podido lograr, al contrario, es motivo para seguir intentándolo, no basándote en un tiempo especifico, sino en el objetivo que quieres alcanzar independientemente del tiempo que lleve el alcanzarlo.
Estoy seguro que Dios quiere verte sonreír, no porque lograste o no ese objetivo, sino porque tú al igual que yo estamos seguros que lograremos nuestros objetivos, nuestras metas, nuestros sueños, porque ellos no están regidos por un tiempo de reloj o fechas de calendario, sino mas bien están en las manos de aquel que nos da TODO, esto es: Nuestro Padre Celestial, que nos dará en el tiempo perfecto lo que Él tiene para nosotros.
¡Termina este año sonriéndole al Señor, porque te esperan cosas hermosas muy pronto!
por Enrique Monterroza
Nuestros Líderes
viernes, 30 de diciembre de 2011
lunes, 26 de diciembre de 2011
Un romance con el cambio
Dios se ha manifestado a lo largo de la historia de la humanidad como un Dios de nuevos comienzos, nuevas oportunidades. Un Dios de renovación y hasta resurrección. Un Dios de ciclos que terminan y que empiezan y que terminan y vuelven a empezar. Nuestro Dios no es un dios quieto, no está inmóvil, no se niega, pero contrario a lo que nos ha enseñado la teología ortodoxa tradicional: Es un Dios al que le gustan los cambios, los nacimientos, los nuevos nacimientos, las metamorfosis y los ciclos.
Fue Dios el que estableció que después del más crudo invierno viniera la primavera.
Fue Dios el que estableció un ciclo para la vida y para el movimiento del sol. Fue Dios el que acomodó a la tierra 23 grados sobre su eje para que la vida del planeta tuviera 4 estaciones y no, una sola y monótona estación sin cambios.
Los líderes cristianos debemos aprender que el cambio es un invento de Dios.
Si revisamos la historia más reciente de los líderes más prominentes de la humanidad, nos daremos cuenta que fueron líderes que no solo fueron amigos sino que hasta tuvieron un romance con el cambio. Para estos líderes el progreso y la innovación eran una obsesión y no una consecuencia de los cambios de otros. Piensas en el recientemente fallecido Steve Jobs por ejemplo y una palabra que instantáneamente viene a la mente es “innovación”.
En nuestros ministerios juveniles nos urge cambiar. He dicho por todo el continente que somos testigos del surgimiento de la generación juvenil más grande de nuestra historia. Hace una década que vengo insistiendo que las naciones unidades anticiparon que para el 2012 más del 70 por ciento de la población de américa latina iba a tener menos de 25 años. Muy bien. Este tiempo ha llegado y con esta oportunidad llegan nuevos desafíos. Desafíos que nos van a sobrepasar si seguimos haciendo lo mismo que veníamos haciendo.
Por eso necesitamos un re génesis en nuestro ministerio juveniles. Debemos apuntar más alto. Sin descuidar lo micro, debemos visionar lo macro. Esto no se trata de hacer una mejor reunión de jóvenes, o de quien junta más gente en un congreso, un concierto o un estadio. El cambio necesario es que ante todo cambie nuestra ambición: nos toca ser la sal de la tierra y la luz que hecha fuera la oscuridad
Por ejemplo: La ONU afirma que hoy hay 106 millones de adolescentes entre 15 y 24 años desde México a la preciosa república argentina (je) y eso es sin contar los que están en Estados Unidos, Canadá y los latinos que se encuentran en Europa y Asia.
Pero Junior Zapata escribía el otro día en su twitter que la mitad de la población humana en condición de suma pobreza está conformada por jóvenes, adolescentes y niños. ¿Puede la iglesia hacer algo al respecto? En muchos países de América latina como por ejemplo mi Argentina va creciendo la tasa de analfabetismo y la tasa de desempleo de los jóvenes en sus 20 años es más alta que nunca en la historia. ¿Puede la iglesia hacer algo? En Chile hoy hay una crisis educativa como nunca antes en la historia, y en México el narcotráfico emplea a más adolescentes que ninguna multinacional. ¿Puede la iglesia hacer algo?
Los medios masivos de comunicación, el narcotráfico, la violencia y hasta las multinacionales están concentrando casi toda su atención en la nueva generación pero para la iglesia ese interés es solo parte de un discurso pero que no se lleva a la práctica.
Prueba de eso es que las iglesias y denominaciones casi no disponen sus recursos en elaborar presupuestos de alcance a jóvenes, adolescentes y niños. La mayoría de las congregaciones evangélicas (aunque gracias a Dios no todas) No dispone de presupuestos para capacitar a líderes juveniles y prueba de eso es que muchos de ustedes se tuvieron que pagar sus entradas y viajes a la convención solitos sin que sus iglesias les ayuden con ninguna parte y la consecuencia es que la mayoría de nuestras iglesias, aún con buenas intenciones, no tienen la menor idea de qué hacer para alcanzar a jóvenes nuevos y peor, últimamente me doy cada vez más cuenta que no siempre sabemos qué hacer ni para retener a nuestros propios hijos.
Por eso un cambio es necesario y Dios quiere usarnos para un re génesis en el trabajo con jóvenes en nuestra Iberoamérica.
Pero Lucas, me puede preguntar alguno: ¿Por dónde empezar? lo del Re-génesis tenía onda hasta ahora que estás poniendo la barra demasiado alta? Hay demasiado que cambiar. ¿Qué hacemos?
No me gusta dar fórmulas mágicas, pero aquí hay una simple lista de algunas cosas que sigo aprendiendo:
-Debo depender del Espíritu Santo y no de mis hábitos, cuestionando todo lo que hago. ¿Por qué lo hago, o por qué no lo hago, y por qué no lo hago diferente? –En proverbios 3:5 el sabio salomón nos recomienda que Confiemos en el Señor con todo nuestro corazón y no nos apoyemos en nuestra propia prudencia.
-Debo mantener una actitud de aprendizaje, y la clave para esto es ser proactivo al respecto, escuchando sugerencias e ideas de otros. Algunas empresas y también iglesias y ministerios dejan de crecer porque sus líderes se han conformado con lo que ya sabían y hacían. Ninguno de ellos lo va a admitir, pero se dejaron atrapar por lo seguro, por la rutina, y por la reacción a los problemas en vez de la práctica de la visión estratégica.
-Debo rodearme de gente diferente a mí. Creo que es fundamental relacionarse con gente más sabia, mucho más rica, mucho más pobre, conectada con conocimientos y aún con un tipo diferente de espiritualidad totalmente distinta a la mía. Si algunas de estas relaciones me faltan estaré perdiendo un filo para mantenerme innovando.
-Debo desarrollar un oído atento a la necesidad. En esta he estado fallando últimamente porque con tanto viaje paso menos tiempo con adolescentes comunes pero por eso me es bueno conocer las estadísticas.
-Debo siempre distinguir lo esencial de lo metodológico. Nada de lo sagrado en la Palabra de Dios debe cambiar. Tengo que seguir promoviendo los valores y enseñanzas de las Sagradas Escrituras, pero tengo que saber diferenciar qué es parte de las tradiciones de la Iglesia y cuánto puedo innovar en la manera de comunicar esas verdades.
-Debo tener en cuenta que el cambio es fácil… hasta que incluye personas… (Proverbios 3.3)
-Debo hacer por algunos lo que no puedo hacer por todos –Edmund Burke escribió que nadie comete un error más grande que el no hace nada porque lo que podía hacer era poco.
-Y último. Recuerda que Dios está de tu lado. Comenzamos diciendo que Dios es el creador de los cambios y Él es el primer interesado en que la iglesia, cambie, crezca, se elongue, estire y expanda.
Para terminar vamos a leer el salmo 57. Pero para comprender mejor lo que vamos a leer necesitamos entender algo del contexto de este salmo:
- Los eruditos y comentaristas bíblicos desde hace siglos coinciden que David escribió este salmo cuando está ocurriendo lo que relata 1 Samuel 21. Allí está la escena en la que David se hace pasar por loco que babea por temor al rey de Gat. Es un momento vergonzoso en la historia de David que lo deja escondido en una cueva. En esa cueva primero David evidentemente se siente desesperado, pero algo ocurre allí porque en el capítulo 22 vuelve a ser el David que triunfó frente a Goliat. Allí en la cueva tiene miedo al rey de Gat pero también tiene miedo al Rey Saúl que se encuentra persiguiéndolo. Por un lado se siente amenazado por el mundo pero por el otro se siente amenazado por su propio pueblo….
Según la compresión hebraica este salmo es un MIKTAM que es una declaración que tiene 2 significados.
Por un lado es un pedido de ayuda pero por el otro… es un grito de guerra.
Fue Dios el que estableció que después del más crudo invierno viniera la primavera.
Fue Dios el que estableció un ciclo para la vida y para el movimiento del sol. Fue Dios el que acomodó a la tierra 23 grados sobre su eje para que la vida del planeta tuviera 4 estaciones y no, una sola y monótona estación sin cambios.
Los líderes cristianos debemos aprender que el cambio es un invento de Dios.
Si revisamos la historia más reciente de los líderes más prominentes de la humanidad, nos daremos cuenta que fueron líderes que no solo fueron amigos sino que hasta tuvieron un romance con el cambio. Para estos líderes el progreso y la innovación eran una obsesión y no una consecuencia de los cambios de otros. Piensas en el recientemente fallecido Steve Jobs por ejemplo y una palabra que instantáneamente viene a la mente es “innovación”.
En nuestros ministerios juveniles nos urge cambiar. He dicho por todo el continente que somos testigos del surgimiento de la generación juvenil más grande de nuestra historia. Hace una década que vengo insistiendo que las naciones unidades anticiparon que para el 2012 más del 70 por ciento de la población de américa latina iba a tener menos de 25 años. Muy bien. Este tiempo ha llegado y con esta oportunidad llegan nuevos desafíos. Desafíos que nos van a sobrepasar si seguimos haciendo lo mismo que veníamos haciendo.
Por eso necesitamos un re génesis en nuestro ministerio juveniles. Debemos apuntar más alto. Sin descuidar lo micro, debemos visionar lo macro. Esto no se trata de hacer una mejor reunión de jóvenes, o de quien junta más gente en un congreso, un concierto o un estadio. El cambio necesario es que ante todo cambie nuestra ambición: nos toca ser la sal de la tierra y la luz que hecha fuera la oscuridad
Por ejemplo: La ONU afirma que hoy hay 106 millones de adolescentes entre 15 y 24 años desde México a la preciosa república argentina (je) y eso es sin contar los que están en Estados Unidos, Canadá y los latinos que se encuentran en Europa y Asia.
Pero Junior Zapata escribía el otro día en su twitter que la mitad de la población humana en condición de suma pobreza está conformada por jóvenes, adolescentes y niños. ¿Puede la iglesia hacer algo al respecto? En muchos países de América latina como por ejemplo mi Argentina va creciendo la tasa de analfabetismo y la tasa de desempleo de los jóvenes en sus 20 años es más alta que nunca en la historia. ¿Puede la iglesia hacer algo? En Chile hoy hay una crisis educativa como nunca antes en la historia, y en México el narcotráfico emplea a más adolescentes que ninguna multinacional. ¿Puede la iglesia hacer algo?
Los medios masivos de comunicación, el narcotráfico, la violencia y hasta las multinacionales están concentrando casi toda su atención en la nueva generación pero para la iglesia ese interés es solo parte de un discurso pero que no se lleva a la práctica.
Prueba de eso es que las iglesias y denominaciones casi no disponen sus recursos en elaborar presupuestos de alcance a jóvenes, adolescentes y niños. La mayoría de las congregaciones evangélicas (aunque gracias a Dios no todas) No dispone de presupuestos para capacitar a líderes juveniles y prueba de eso es que muchos de ustedes se tuvieron que pagar sus entradas y viajes a la convención solitos sin que sus iglesias les ayuden con ninguna parte y la consecuencia es que la mayoría de nuestras iglesias, aún con buenas intenciones, no tienen la menor idea de qué hacer para alcanzar a jóvenes nuevos y peor, últimamente me doy cada vez más cuenta que no siempre sabemos qué hacer ni para retener a nuestros propios hijos.
Por eso un cambio es necesario y Dios quiere usarnos para un re génesis en el trabajo con jóvenes en nuestra Iberoamérica.
Pero Lucas, me puede preguntar alguno: ¿Por dónde empezar? lo del Re-génesis tenía onda hasta ahora que estás poniendo la barra demasiado alta? Hay demasiado que cambiar. ¿Qué hacemos?
No me gusta dar fórmulas mágicas, pero aquí hay una simple lista de algunas cosas que sigo aprendiendo:
-Debo depender del Espíritu Santo y no de mis hábitos, cuestionando todo lo que hago. ¿Por qué lo hago, o por qué no lo hago, y por qué no lo hago diferente? –En proverbios 3:5 el sabio salomón nos recomienda que Confiemos en el Señor con todo nuestro corazón y no nos apoyemos en nuestra propia prudencia.
-Debo mantener una actitud de aprendizaje, y la clave para esto es ser proactivo al respecto, escuchando sugerencias e ideas de otros. Algunas empresas y también iglesias y ministerios dejan de crecer porque sus líderes se han conformado con lo que ya sabían y hacían. Ninguno de ellos lo va a admitir, pero se dejaron atrapar por lo seguro, por la rutina, y por la reacción a los problemas en vez de la práctica de la visión estratégica.
-Debo rodearme de gente diferente a mí. Creo que es fundamental relacionarse con gente más sabia, mucho más rica, mucho más pobre, conectada con conocimientos y aún con un tipo diferente de espiritualidad totalmente distinta a la mía. Si algunas de estas relaciones me faltan estaré perdiendo un filo para mantenerme innovando.
-Debo desarrollar un oído atento a la necesidad. En esta he estado fallando últimamente porque con tanto viaje paso menos tiempo con adolescentes comunes pero por eso me es bueno conocer las estadísticas.
-Debo siempre distinguir lo esencial de lo metodológico. Nada de lo sagrado en la Palabra de Dios debe cambiar. Tengo que seguir promoviendo los valores y enseñanzas de las Sagradas Escrituras, pero tengo que saber diferenciar qué es parte de las tradiciones de la Iglesia y cuánto puedo innovar en la manera de comunicar esas verdades.
-Debo tener en cuenta que el cambio es fácil… hasta que incluye personas… (Proverbios 3.3)
-Debo hacer por algunos lo que no puedo hacer por todos –Edmund Burke escribió que nadie comete un error más grande que el no hace nada porque lo que podía hacer era poco.
-Y último. Recuerda que Dios está de tu lado. Comenzamos diciendo que Dios es el creador de los cambios y Él es el primer interesado en que la iglesia, cambie, crezca, se elongue, estire y expanda.
Para terminar vamos a leer el salmo 57. Pero para comprender mejor lo que vamos a leer necesitamos entender algo del contexto de este salmo:
- Los eruditos y comentaristas bíblicos desde hace siglos coinciden que David escribió este salmo cuando está ocurriendo lo que relata 1 Samuel 21. Allí está la escena en la que David se hace pasar por loco que babea por temor al rey de Gat. Es un momento vergonzoso en la historia de David que lo deja escondido en una cueva. En esa cueva primero David evidentemente se siente desesperado, pero algo ocurre allí porque en el capítulo 22 vuelve a ser el David que triunfó frente a Goliat. Allí en la cueva tiene miedo al rey de Gat pero también tiene miedo al Rey Saúl que se encuentra persiguiéndolo. Por un lado se siente amenazado por el mundo pero por el otro se siente amenazado por su propio pueblo….
Según la compresión hebraica este salmo es un MIKTAM que es una declaración que tiene 2 significados.
Por un lado es un pedido de ayuda pero por el otro… es un grito de guerra.
viernes, 23 de diciembre de 2011
El ideal de Dios para el hombre
Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios
(Mateo 5: 8).
EL SER HUMANO ES MALO, por lo tanto, necesita justicia. El hombre está manchado por el mal, luego necesita limpieza del pecado. La raza humana es impura por causa del pecado, necesita santidad. Sin estas características nunca podremos estar en la presencia de Dios. Por eso el Señor lo dijo claramente: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados» (Mat. 5: 6). «Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Heb. 12: 14). El ideal que Dios tiene para sus hijos lo constituye él mismo: «El blanco a alcanzarse es la piedad, la semejanza a Dios [...]. Tiene que alcanzar un objeto, lograr una norma que incluye todo lo bueno, puro y noble» (La educación, p. 16).
Para ser salvos necesitamos una justicia que no tenemos, porque somos seres naturalmente manchados por el mal. Surge en nuestra mente una pregunta crucial: ¿Cómo podemos conseguir esta justicia? ¿Podremos obtenerla mediante nuestra fuerza de voluntad y nuestros esfuerzos personales? Estamos acostumbrados a pensar que muchas cosas las podemos conseguir con la fuerza de voluntad. Conocemos el dicho popular: «El que quiere, puede». O, dicho de otra manera: «Querer es poder». ¿Funciona esto en el mundo espiritual? ¿Podremos ser buenos si nos lo proponemos? Es en esta coyuntura que se nos confunden las ideas. Pensamos que hacer el bien es lo mismo que ser buenos. Que si logramos hacer cosas buenas, entonces seremos buenos. Sabemos que el buen ciudadano es aquel que se comporta civilmente bien. Si pagas tus impuestos y no le haces mal a nadie, eres bueno. Si vas a la iglesia y cumples con sus normas y reglamentos, eres bueno. Pensamos que la bondad se mide con acciones. Solo basta un momento de reflexión para darnos cuenta que hacer el bien no es lo mismo que ser buenos. Hay tantas personas que hacen cosas buenas, pero que están muy lejos de ser buenas. Podemos hacer el bien y tener motivos malos. El hacer no siempre corresponde al ser. El único que es bueno es Dios (Mat. 19: 17), porque en él, el ser y el hacer se corresponden absolutamente. ¿Podremos, nosotros seres humanos manchados por el mal, hacer lo bueno y ser buenos al mismo tiempo?
Que Dios te bendiga.
(Mateo 5: 8).
EL SER HUMANO ES MALO, por lo tanto, necesita justicia. El hombre está manchado por el mal, luego necesita limpieza del pecado. La raza humana es impura por causa del pecado, necesita santidad. Sin estas características nunca podremos estar en la presencia de Dios. Por eso el Señor lo dijo claramente: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados» (Mat. 5: 6). «Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Heb. 12: 14). El ideal que Dios tiene para sus hijos lo constituye él mismo: «El blanco a alcanzarse es la piedad, la semejanza a Dios [...]. Tiene que alcanzar un objeto, lograr una norma que incluye todo lo bueno, puro y noble» (La educación, p. 16).
Para ser salvos necesitamos una justicia que no tenemos, porque somos seres naturalmente manchados por el mal. Surge en nuestra mente una pregunta crucial: ¿Cómo podemos conseguir esta justicia? ¿Podremos obtenerla mediante nuestra fuerza de voluntad y nuestros esfuerzos personales? Estamos acostumbrados a pensar que muchas cosas las podemos conseguir con la fuerza de voluntad. Conocemos el dicho popular: «El que quiere, puede». O, dicho de otra manera: «Querer es poder». ¿Funciona esto en el mundo espiritual? ¿Podremos ser buenos si nos lo proponemos? Es en esta coyuntura que se nos confunden las ideas. Pensamos que hacer el bien es lo mismo que ser buenos. Que si logramos hacer cosas buenas, entonces seremos buenos. Sabemos que el buen ciudadano es aquel que se comporta civilmente bien. Si pagas tus impuestos y no le haces mal a nadie, eres bueno. Si vas a la iglesia y cumples con sus normas y reglamentos, eres bueno. Pensamos que la bondad se mide con acciones. Solo basta un momento de reflexión para darnos cuenta que hacer el bien no es lo mismo que ser buenos. Hay tantas personas que hacen cosas buenas, pero que están muy lejos de ser buenas. Podemos hacer el bien y tener motivos malos. El hacer no siempre corresponde al ser. El único que es bueno es Dios (Mat. 19: 17), porque en él, el ser y el hacer se corresponden absolutamente. ¿Podremos, nosotros seres humanos manchados por el mal, hacer lo bueno y ser buenos al mismo tiempo?
Que Dios te bendiga.
jueves, 15 de diciembre de 2011
Sueños y Perseverancia
Todos hemos tenido sueños desde pequeños, sueños sobre qué haríamos en la vida, sueños sobre qué es lo que nos gustaría tener. En la juventud: el sueño de casarse con la mujer de nuestra vida o de terminar la carrera que siempre quise estudiar.
En la vida espiritual también tenemos una gran cantidad de sueños, quizá el tuyo fue o es el de conformar una banda o un ministerio musical, quizá el de otros sea el de tener la facilidad de predicar, quizá otros sueñan con ir a hacer misiones a diferentes partes del mundo, otros muchos sueñan con ser pastores o lideres aplicados en el Señor, etc.
Yo siempre tuve un sueño desde más joven, mi sueño era predicar a multitudes, hablar del Señor a muchas personas, y Dios me prometió que cumpliría ese sueño. Pero durante muchos años a pesar de que Dios me lo había prometido, no veía ni la más mínima muestra de que se cumpliría.
Pasaron años difíciles en los cuales cada día miraba más lejos el sueño que Dios me había dicho que cumpliría en mi vida. Momentos en los cuales por poco y desisto en seguir esperando a que se cumplan.
Y es que a veces también analizamos nuestro alrededor y al no ver nada que apunte a ese sueño tendemos a simplemente: Rendirnos.
Yo vivo en El Salvador, soy orgullosamente salvadoreño, y soy consciente desde el momento que Dios me dijo que cumpliría mi sueño, de que no habían recursos para cumplirlo, me ponía a pensar de cómo haría, no tenía el dinero para viajar a países o hacer grandes eventos, y todas las limitaciones humanas y materiales que veía me hacían pensar cada vez que simplemente mis sueños, quedarían en eso: sueños, más allá de una realidad.
Pasaron varios años en los que cada vez que le preguntaba a Dios sobre ¿Qué paso con mis sueños?, Dios simplemente guardaba silencio y no me quedaba otra que esperar a que un día se concretaran.
Pero la mayoría de nosotros cometes el error de quedarnos con los brazos cruzados esperando que nuestros sueños se cumplan por sí mismos, pensamos que no tenemos que hacer nada para alcanzarlo, pensamos que si Dios quiere, entonces se dará y si no, entonces no se dará, como que si Dios nos va a obligar a que esos sueños que por cierto son nuestros se cumplan.
A pesar de mi falta de recursos, comencé a hacer humildemente lo que alcanzaba. Comencé a escribir temas juveniles, temas que consideraba que podrían ser de ayuda para los jóvenes que los leyeran, siendo yo también un joven. Esos temas los publicaba en un “blog” tan humilde que solo unos cuantos amigos y yo lo leíamos. Quiero aclarar que mi sueño directamente nunca fue escribir, pero Dios usa diferentes formas de cumplir nuestros sueños.
Al principio muy pocos leían lo que Dios me permitía escribir, sin embargo los pocos se identificaban con lo que escribía y eso me motivaba a seguir escribiendo. Por mucho tiempo lo que yo escribía no era leído por cientos, ni por miles y menos por millones, pero eso no me era un problema, yo no escribía para llegar a millones, sino porque sentía que Dios quería hablar a muchas personas y en especial a mí.
Recibí criticas, recibí burlas, recibí comentarios de personas que hasta cierto punto me dolieron o quizá me defraudaron, pero yo seguí haciendo esto a pesar de todo, mi mirada más allá de la crítica o burla estaba y está en Dios. La perseverancia que tenía en hacer lo que Dios en ese momento me estaba impulsando a hacer era la clave que me llevaría a sin darme cuenta, cumplir uno de mis sueños.
Fue así cuando después de dos años de escribir frecuentemente y publicar mis escritos en la web, me di cuenta que Dios estaba cumpliendo mi sueño.
Un día mientras hablaba con Dios, le pregunte: “Dios mío, ¿Qué paso con el sueño que me dijiste que me cumplirías?”, mientras sentí su respuesta como una voz dulce a mi corazón que me dijo: “Lo estoy cumpliendo”. En ese momento reflexione sobre lo que estaba haciendo a través de la web, como en esos dos años había llegado a miles de personas a mas de 70 países alrededor del mundo, en ese mismo instante mis ojos se llenaron de lagrimas y mientras los cerraba le dije: “Es cierto, lo estas cumpliendo, Gracias Dios mío”.
Era algo increíble, sin grandes recursos, sin tener un “respaldo humano” de esos que utilizan su popularidad para empujar a otro, sin nada de lo que cualquier puede usar para darse a conocer, Dios estaba cumpliendo mi sueño, al mejor estilo de Él, no como yo pensaba que seria, sino como Él creyó que era lo mejor. Su respaldo, su empuje, su propaganda, era mejor que cualquier otra cosa, Dios mismo impulsando lo que me permitía escribir.
Ahora a casi siete años de haber comenzado lo que ahora se ha convertido en un Ministerio, todavía al recordar como ha pasado todo mis ojos se llenan de lágrimas, porque aun no logro entender como Dios puede hacer cosas más lindas y maravillosas de las que uno cree que serán.
Yo pensaba que mi sueño se cumpliría viajando por el mundo físicamente, pero mi sueño se estaba cumpliendo de la forma que Dios creyó que sería más útil, a través de la web, escribiendo cientos de temas, artículos, devocionales, reflexiones, etc, que llegarían a millones de personas alrededor del mundo y que alguna palabra iba a hacer recapacitar, reflexionar, redargüir o motivar a alguna persona que en ese momento iba a necesitar una palabra especial de parte de Dios.
Ahora mismo vivo en un sueño precioso, es una de las etapas más hermosas de toda mi vida, y es que lo valoro de esta forma porque no todo siempre fue color de rosas, he tenido que pasar por momentos muy duros, muy fuertes, por situaciones incomodas, por criticas, por burlas, por toda clase de situación que siempre quiso llevarme a rendirme, a tirar todo, a dejar a un lado lo que un día fue mi sueño, pero la persistencia, la disciplina, el anhelo de ver lo que Dios podía hacer conmigo, pero sobre todo su fortaleza en mi vida ha hecho que hoy en día pueda estar gozando de una de las etapas más hermosas que recuerdo haber vivido.
Y no es que no tenga problemas, tribulaciones o momentos de flaqueza, ¡Claro que los tengo!, pero al analizar y sobre todo al reflexionar sobre lo que Dios ha hecho en mi vida hasta el día de hoy, no puedo mas que NO RENDIRME, no puedo más que SEGUIR PERSEVERANDO, porque Dios no ha terminado conmigo.
Querido amigo y amiga, hoy con toda autoridad y en base a lo que yo he vivido quiero decirte que TÚ SUEÑO ES POSIBLE siempre y cuando Dios te prometió que lo cumpliría.
No desistas tan fácilmente, ¿Quieres ver tu sueño cumplido?, entonces: ¡PERSEVERA!, la burla, la crítica, el desprecio o menosprecio nada mas tiene que ser el alimento que nutra tus ganas de triunfar, tus ganas de ver cumplido ese sueño que Dios te prometió que cumpliría.
No veas a tu alrededor, porque pueda que la falta de recursos y respaldo de las personas cercanas a ti te desanimen, mira hacia arriba, hacia el único que puede darte la capacidad y la fortaleza para resistir cualquier cosa para que un día puedas experimentar una de las mejores etapas de tu hermosa vida, esto es: VER TU SUEÑO CUMPLIDO.
Los sueños se cumplen, yo puedo decirlo con toda convicción, y por experiencia propia te puedo decir que cuando los sueños se cumplen son mejores de lo que un día pensaste que serian, así es Dios, así es Él, actúa de mejores formas de las que nosotros mismos pensamos que actuaria.
Hoy solo te quiero animar, a que no desistas de tu sueño, lucha, amárrate los pantalones, levántate cuantas veces te tropieces, pero no te rindas, no renuncies, sino que: PERSEVERA.
“Por lo tanto, no desechen la firme confianza que tienen en el Señor. ¡Tengan presente la gran recompensa que les traerá! Perseverar con paciencia es lo que necesitan ahora para seguir haciendo la voluntad de Dios. Entonces recibirán todo lo que él ha prometido”.
Hebreos 10:35-36 (Nueva Traducción Viviente)
¡Lo lograras si tan solo PERSEVERAS!
Autor: Enrique Monterroza
lunes, 12 de diciembre de 2011
Casting Crowns – At Your Feet (Subtitulado)
Cancion del grupo “Casting Crowns” – At Your Feet. El Mejor Lugar para estar, es en los Pies de Jesus, Porque las guerras espirituales se ganan de Rodillas. Nos desmayes que él esta contigo.
sábado, 10 de diciembre de 2011
Plantados a la orilla de un río
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!
(Salmos 1:1-3 NVI 1984)
A menudo hay quienes pretenden presentarnos la vida cristiana como el árbol plantado junto a corrientes de aguas en un valle fértil. En contraste diametralmente opuesto, muchas veces la vida cristiana en la realidad se parece más a un árido desierto que al exuberante valle que algunos creen ver en el salmo.
En ciertos ámbitos hay quienes “promocionan” la vida cristiana como una retahíla de éxitos, bendiciones y victorias. No parece haber lugar en su prédica, para el dolor, el fracaso, la tristeza.
Otros, en cambio, hablan de la vida cristiana como una vida llena de luchas, ataques, dolores, privaciones y sufrimiento. Cualquiera que los escucha, dice: “¡si esto es ser cristiano, yo cualquier cosa, menos cristiano!”.
Ni un camino de rosas, ni una senda de tortura y sufrimiento, toda vez que el salmo exalta al Señor por sobre todas las cosas –no al hombre– y lo presenta como la fuente inagotable de consuelo y nutrición donde saciar su sed quien busca verdaderamente a Dios.
El simple hecho de ser cristianos, muy lejos de magnificar nuestra persona, enaltece en realidad a Cristo, quien derramó sobre nosotros la Abundante Gracia del perdón de nuestros pecados por medio de su sacrificio en el Calvario. “No hay nada que yo pueda hacer para que Dios me ame más de lo que me ama. No hay nada que yo haya hecho para que Dios me ame menos” dice Philip Yancey en su obra “Gracia divina vs. condena humana”.
El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias.
(Salmos 28:7 NVI 1984)
Autor: Luis Caccia Guerra
jueves, 8 de diciembre de 2011
Lecciones costosas para aprendices distraídos
“Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros”… (1 Corintios 10:6).
Se llevó a su padre y a su sobrino, aunque las instrucciones de Dios habían sido claras: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré (Génesis 12:1b).” Se esperaba que tuviera fe, pero mintió acerca de su esposa diciendo que era su hermana con tal de proteger su vida. El que sería llamado padre de muchedumbre a través de un milagro, buscó en Agar un atajo para conseguir antes la promesa. Sus alocadas decisiones parecían el resultado de un hombre fuera de sí, y no los actos honorables de alguien que tenía un pacto con Dios. El fracaso y el dolor frecuentaron su vida debido a su proceder inconsecuente, pero a tientas encontró un lugar entre los campeones de la fe. Supo ofrecer a Dios lo que le era más caro: su propio hijo. Y recibió por ello retribución permanente, al punto que también nosotros somos hijos de Abraham.
…Se equivocó el doble de las veces que su antecesor. Cometió errores que le podían haber costado todo. El adulterio ensombreció su vida. El poder lo condujo a la tiranía de decidir el homicidio de uno de sus más leales soldados. Su incredulidad, orgullo y obstinación costó miles de vidas cuando censó al pueblo sin el permiso de Dios. Y su mal ejemplo, sin dudas, les pasó factura a sus hijos con consecuencias que fueron desde la violación y el incesto hasta el fratricidio. No obstante, su final fue honorable. Murió como un héroe y ha llegado a ser un símbolo de lo que puede conseguir la gracia de Dios en una persona. David es uno de los trofeos favoritos de Dios “un hombre conforme a su corazón”. No siempre prestó atención a las indicaciones divinas, pero siempre estuvo dispuesto a enmendar sus desatinos y felonías. Su existencia transitó entre huidas, fracasos y grandes aciertos. No siempre estuvo centrado y no siempre fue consiente de la responsabilidad que tenía con las futuras generaciones. Hoy su vida es un libro aleccionador, una obra acabada del todo que nos ilustra desde la historia la importancia de prestar atención a las lecciones de Dios.
La Biblia está llena de historias sobre adalides variables, profetas temerosos, reyes inconstantes, hombres y mujeres de carne y hueso que aunque tropezaron siguieron adelante. Quizá se trate un poco de eso, de insistir, de no cejar en el intento de llegar a la meta a pesar de nosotros mismos, y por qué no, de prestar más atención al Dios que nos aconseja (Salmo 16:7). Nuestro fracaso ha de ser momentáneo, no una muralla blindada que detenga nuestros pasos. Necesitamos la osadía de un nuevo comienzo y tener presente que Dios es inmutable en su justicia, pero benévolo cuando ve el arrepentimiento sincero.
Tenemos mucho que aprender de Abraham y de David. Imitemos el virtuosismo de su arrepentimiento, la sinceridad de su fe y la determinación de sus decisiones. Si el fracaso llegara a nuestra vida, si el pecado hiciere presa de nuestra santidad, no procuremos ocultar el desvarío, no caigamos en el orgullo de Saúl, ni en la hipocresía de Balaam. Despojémonos de una apariencia santurrona y de una beatitud mentirosa. Confesemos rápidamente a Dios nuestro equívoco. Procuremos estar más atentos al magisterio del Espíritu Santo para evitar consecuencias lamentables.
Por encima de todo, continuemos el camino, porque “nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Hebreos 10:39).
Autor: Osmany Cruz Ferrer
Se llevó a su padre y a su sobrino, aunque las instrucciones de Dios habían sido claras: “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré (Génesis 12:1b).” Se esperaba que tuviera fe, pero mintió acerca de su esposa diciendo que era su hermana con tal de proteger su vida. El que sería llamado padre de muchedumbre a través de un milagro, buscó en Agar un atajo para conseguir antes la promesa. Sus alocadas decisiones parecían el resultado de un hombre fuera de sí, y no los actos honorables de alguien que tenía un pacto con Dios. El fracaso y el dolor frecuentaron su vida debido a su proceder inconsecuente, pero a tientas encontró un lugar entre los campeones de la fe. Supo ofrecer a Dios lo que le era más caro: su propio hijo. Y recibió por ello retribución permanente, al punto que también nosotros somos hijos de Abraham.
…Se equivocó el doble de las veces que su antecesor. Cometió errores que le podían haber costado todo. El adulterio ensombreció su vida. El poder lo condujo a la tiranía de decidir el homicidio de uno de sus más leales soldados. Su incredulidad, orgullo y obstinación costó miles de vidas cuando censó al pueblo sin el permiso de Dios. Y su mal ejemplo, sin dudas, les pasó factura a sus hijos con consecuencias que fueron desde la violación y el incesto hasta el fratricidio. No obstante, su final fue honorable. Murió como un héroe y ha llegado a ser un símbolo de lo que puede conseguir la gracia de Dios en una persona. David es uno de los trofeos favoritos de Dios “un hombre conforme a su corazón”. No siempre prestó atención a las indicaciones divinas, pero siempre estuvo dispuesto a enmendar sus desatinos y felonías. Su existencia transitó entre huidas, fracasos y grandes aciertos. No siempre estuvo centrado y no siempre fue consiente de la responsabilidad que tenía con las futuras generaciones. Hoy su vida es un libro aleccionador, una obra acabada del todo que nos ilustra desde la historia la importancia de prestar atención a las lecciones de Dios.
La Biblia está llena de historias sobre adalides variables, profetas temerosos, reyes inconstantes, hombres y mujeres de carne y hueso que aunque tropezaron siguieron adelante. Quizá se trate un poco de eso, de insistir, de no cejar en el intento de llegar a la meta a pesar de nosotros mismos, y por qué no, de prestar más atención al Dios que nos aconseja (Salmo 16:7). Nuestro fracaso ha de ser momentáneo, no una muralla blindada que detenga nuestros pasos. Necesitamos la osadía de un nuevo comienzo y tener presente que Dios es inmutable en su justicia, pero benévolo cuando ve el arrepentimiento sincero.
Tenemos mucho que aprender de Abraham y de David. Imitemos el virtuosismo de su arrepentimiento, la sinceridad de su fe y la determinación de sus decisiones. Si el fracaso llegara a nuestra vida, si el pecado hiciere presa de nuestra santidad, no procuremos ocultar el desvarío, no caigamos en el orgullo de Saúl, ni en la hipocresía de Balaam. Despojémonos de una apariencia santurrona y de una beatitud mentirosa. Confesemos rápidamente a Dios nuestro equívoco. Procuremos estar más atentos al magisterio del Espíritu Santo para evitar consecuencias lamentables.
Por encima de todo, continuemos el camino, porque “nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Hebreos 10:39).
Autor: Osmany Cruz Ferrer
lunes, 5 de diciembre de 2011
domingo, 4 de diciembre de 2011
EL MATADOR
En el año 2.011 fue noticia en España el fallecimiento de un conocido torero madrileño que dedicó su vida al mundo de los toros y entusiasmó al público con su manera de lidiar.
Desde su niñez estuvo en contacto con el mundo taurino, y pronto participó en capeas, becerradas y progresivamente en novilladas y corridas de toros con picadores, hasta que tomó la alternativa y llegó a ser un torero de casta.
En su vida taurina realizó faenas memorables, y antológicas, siendo elogiado y premiado, recibiendo el reconocimiento de aficionados y gobernantes y triunfando en las plazas en las que exhibía su arte y manera de torear.
En el ejercicio de su vocación taurina, se puso delante del toro arriesgando su vida ante las filudas astas de muchos toros bravos a los que lidió.
Pero no fue un toro de 700 Kg. quién terminó con la vida del diestro, del matador, sino que un simple cigarrillo de unos gramos fue su tropiezo.
Su adición al tabaco le llevó a estar aquejado de afección respiratoria, pues fumaba tres y hasta cuatro cajetillas de tabaco al día, y falleció de bronco-neumonía. El tabaco le fue mas peligroso que el toro.
El cigarrillo es como el toreo, otra forma de jugar con la vida que Dios nos da. La palabra de Dios nos manda cuidar nuestra vida así como la vida de los demás. La vida es un don de Dios.
Dios creó al hombre a su imagen, le dio vida, y el hombre debe cuidar esta vida sin exponerla.
"Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2: 7).
No expongamos nuestra vida a ser destruida por la nicotina de un cigarro o por las astas de un toro.
"Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Corintios 6: 20).
En Jesucristo somos libres de toda esclavitud y tenemos libertad para darle gloria a Dios.
"Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice". (Isaías 43: 7)
Palestina Para Cristo
Desde su niñez estuvo en contacto con el mundo taurino, y pronto participó en capeas, becerradas y progresivamente en novilladas y corridas de toros con picadores, hasta que tomó la alternativa y llegó a ser un torero de casta.
En su vida taurina realizó faenas memorables, y antológicas, siendo elogiado y premiado, recibiendo el reconocimiento de aficionados y gobernantes y triunfando en las plazas en las que exhibía su arte y manera de torear.
En el ejercicio de su vocación taurina, se puso delante del toro arriesgando su vida ante las filudas astas de muchos toros bravos a los que lidió.
Pero no fue un toro de 700 Kg. quién terminó con la vida del diestro, del matador, sino que un simple cigarrillo de unos gramos fue su tropiezo.
Su adición al tabaco le llevó a estar aquejado de afección respiratoria, pues fumaba tres y hasta cuatro cajetillas de tabaco al día, y falleció de bronco-neumonía. El tabaco le fue mas peligroso que el toro.
El cigarrillo es como el toreo, otra forma de jugar con la vida que Dios nos da. La palabra de Dios nos manda cuidar nuestra vida así como la vida de los demás. La vida es un don de Dios.
Dios creó al hombre a su imagen, le dio vida, y el hombre debe cuidar esta vida sin exponerla.
"Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2: 7).
No expongamos nuestra vida a ser destruida por la nicotina de un cigarro o por las astas de un toro.
"Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Corintios 6: 20).
En Jesucristo somos libres de toda esclavitud y tenemos libertad para darle gloria a Dios.
"Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice". (Isaías 43: 7)
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